No está escrito
en las uñas de mis dedos
un te quiero,
ni en mis ojos
un tributo
que apacigüe tu alma.
¡No hay olvido!
¡No hay perdón!
No paga mi carne diezmo
a la omisión de tus besos,
con una libra,
con una herida abierta.
Tu vientre virginal
fue mar abierto,
navegante tallo sangrante,
sin impuesto no tienes puerto.
No hay olvido,
no hay perdón,
en la alborada tu timba.
Autor : Manuel Gimeno Cervera
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