domingo, 29 de noviembre de 2015

La muerte va por María

Al llegar el descansillo del primer piso, María experimentó una lacerante opresión en el estómago y se encaminó desesperadamente, a la velocidad de un rayo, hacia el lavabo de señoras, la puerta se le resistía a cerrarse, y esos ojos a lo lejos la observaban.

Vomitó violentamente el miedo por su boca, con un grito que quebró los espejos del lavabo, y allí con los ojos cerrados esperó a la muerte.


Empezó la muerte a deslizar la guadaña por su blanca piel, por el
vientre de María, ella solo atinó a mover la cabeza de un lado a otro
suplicando a un Dios que jamás vio, haciendo todo lo posible para
que este sueño finalizara.

La muerte rió con una sonrisa aguda, no pudiendo impedir enamorarse
de María... temiendo por el color de su tez, aparto la guadaña.

María, dijo la muerte, no pienses que soy un farsante, qué a por ti,
he venido, pero esa mueca de tus labios me ha conmovido y una cosa
por la otra te doy un día más al amparo de tu padre.

Asistiendo María la cabeza, dispara como un rayo que no toca tierra
hacia la luz del Sol corrió, y el sordo miedo se había troncado en una furia
repentina en sus pies descalzos.


Manolo Gimeno Cervera.

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